La palabra paraíso siempre nos ha transportado a lugares hermosos, tranquilos y, por lo general, desiertos. Paisajes idílicos, alejados de la cotidianidad, del bullicio, del estrés… Auténticas islas de remanso. Sin embargo, en el último tiempo las islas desiertas ya no son territorio de soñadores y náufragos, sino del dinero de algunas de las fortunas más prohibitivas del planeta.