El sector bancario se ha visto siempre obligado a manejar descomunales volúmenes de información. La actitud que tomen las entidades financieras ante ese gigante llamado Big Data puede aportarles grandes beneficios o condenarlas a un continuo colapso que lastre la consecución de sus objetivos. La estrategia correcta parece clara: se trata de controlar los riesgos y aprovechar las ventajas.