Asistimos a cosas poco vistas en el cine, como es la realidad de los vencidos en la Segunda Guerra Mundial. Aunque con el tupido velo de la comedia inteligente, la brutalidad de la posguerra, la miseria, el mercado negro y el abuso sobre la población civil son mostrados con una ironía que consigue colar contenidos bastante atroces en un momento de fuerte censura. Para hacerlo con gracia y sutileza está el magnífico equipo de guionistas, con Charles Brackett y el propio Wilder. Y aunque el final feliz, el aire de comedia y el mensaje positivo lo atenúan, el horror se insinúa, por ejemplo, cuando el personaje interpretado por Marlene Dietrich dice: “las mujeres alemanas no lo pasamos bien cuando los rusos entraron en Berlín”.