La desaparición del Codex Calixtinus del Archivo de la Catedral de Santiago de Compostela el 5 de julio de 2011 ha despertado entre el público en general un interés que va más allá del atractivo intrínseco de este importante testimonio de la Edad Media europea, porque en este caso se amalgaman elementos que siempre son componentes básicos de una literatura y cinematografía por lo general atractiva y desde hace algunos años muy demandada: el misterio que rodea a los archivos y a los documentos, aún más si están relacionados con épocas arcanas y un tanto oscuras, como el consciente colectivo entiende la Edad Media. A ello se suma el espacio y un edificio en concreto, una catedral, también símbolos destacados de una literatura generalizada de best sellers. Y desde luego en todas las noticias sobre el hecho en cuestión también aparecen, de soslayo, la figura del archivero y sus ayudantes, de todo un personal que trabaja en el archivo, una especie de submundo para el común de los mortales. Tenemos, pues, todos los elementos para un magnífico guión.