Que la historia la escriben los vencedores es sabido por todos. Es por ello que a lo largo de la historia tras las victorias militares y las conquistas, el nuevo poder elimina premeditadamente el acervo cultural de los derrotados en un intento de consolidar su poder y presencia.
Lo que a veces se nos escapa, es que ese intento de consolidación del poder puede tomar diferentes formas. En anteriores artículos hemos visto como antiguas metrópolis dificultaban el acceso a la documentación colonial de los nuevos países liberados en un burdo intento por entorpecer su desarrollo. Hoy hablamos de otra manera en la que el poder utiliza los archivos en su propio beneficio.