Sí, no, en parte, disociado… Llevamos muchas horas de debate y líneas de análisis en torno al derecho de acceso a la información y la protección de datos de personales (y las que nos quedarán) pero, ¿qué tal lo llevamos a nivel doméstico? Como siempre, la diferencia en lo personal estriba en que todo es menos protocolizado, o al menos eso parece.
Del mismo modo que no dejamos medicamentos ni tóxicos al alcance de los niños, quiero pensar que tampoco dejamos notas pegadas a la pantalla del ordenador con nuestras claves o documentos en el escritorio titulados Contraseñas. Seguro, ¿no? Si aún no es así: busca una solución ya, porque esta es la parte fácil. [Propuesta: utiliza denominaciones que no sean obvias, ni contengan la palabra contraseña; crea un contacto ficticio en tu agenda y guarda en él las cifras de tus claves como si fuesen números de teléfono; utiliza truncamientos XXXXXX56 o desgloses por módulos tipo PINmvl+pueblo+56].