En una sociedad donde la búsqueda de la perfección es una obsesión constante, parece del todo imposible que todavía pueda quedar sitio para lo imperfecto, lo tarado o simplemente lo caduco. A simple vista, estas afirmaciones parecen inamovibles, pero a menudo las percepciones fallan y surge algo o alguien con una capacidad innata para reciclar, reinventar o simplemente dar una última utilidad a aquello que ya no nos sirve. Y es que ya se sabe, el primer paso para innovar es cuestionarlo todo.