La noche del 14 al 15 de abril de 1912 se hundía en el Atlántico Norte el buque más grande y lujoso construido hasta entonces durante su viaje inaugural desde Southampton, Inglaterra, a Nueva York. El barco llevaba 2223 personas entre tripulación y pasajeros, muchos de los cuales eran emigrantes que viajaban a Estados Unidos en busca de una vida mejor, y otros eran empresarios y familias pudientes que viajaban en primera clase. Fue a las 11:40 de la noche cuando el barco chocó contra un iceberg que abrió cinco compartimentos herméticos y que le dejó con menos de tres horas de vida. Como ya es bien sabido, el número de botes salvavidas no era suficiente para todos e incluso estos tampoco se ocuparon en su totalidad. Se salvaron algo más de 700 personas, la mayoría de los cuales eran mujeres y niños de primera clase que fueron rescatados horas más tarde por el buque Carpathia. El resto había muerto por ahogamiento o por hipotermia.