Hace unos quince años propuse la idea de que, dado un entorno digital en el que no es posible mantenerse al margen de la información, el concepto de archivar no es viable; en dicho entorno, Internet puede funcionar –y funciona– como un buen archivero. Además de proponerla, creo que la defendí con argumentos aceptables. A mi manera de ver, la idea misma no estaba nada mal. Sin embargo, pasó desapercibida. Puesto que me parece más actual ahora que entonces, la retomo en lo que sigue, con los matices que impone el paso del tiempo.