Cuando un ciudadano se plantea escribir un correo electrónico a un político o funcionario público se dará cuenta de que es misión imposible el conseguir la dirección de su destinatario. En España son muy pocas las instituciones que publican listados de correos electrónicos de sus integrantes. Se salva alguna universidad, poco más. Aquí se estila el modelo de contacto que tienen las empresas en sus páginas webs. Se trata de un formulario general en el que tras tener que escribir, sí o sí, nuestros datos personales, disponemos de un pequeño cuadro, siempre de carácter limitado, en el que escribir nuestro texto. ¿Quién lo lee? ¿Le llegará a nuestro destinatario?