Desde hace ya un tiempo vengo escuchando en diversos foros archivísticos, incluida esta propia revista, que la administración electrónica no tiene futuro, que ha desaparecido el paradigma que suponía el modelo digital español, debido sustancialmente a los embates impetuosos de la crisis que llevamos padeciendo desde el año 2008 y que, en definitiva, no va a poder suplantar nunca a la administración tradicional en papel.