Por muchos siglos que pasen, estas palabras seguirán vigentes, por ende, no son ajenas a las cada vez menos “nuevas tecnologías”. Mundos que de por sí son mutables, destacando por esa constante variabilidad y una gran versatilidad que, a muy corto plazo teniendo en cuenta los anteriores cambios sociales de la humanidad, se han abierto paso y que a día de hoy parece formar parte del ADN de todos nosotros. Esto ha dado lugar de rebote a la sociedad de la información actual, y a los múltiples avances aplicados a la ciencia de la información. Ya lo dijo Benjamin Franklin y nos lo sigue recordando mirándonos socarronamente desde los billetes de 100 dólares: «Si el tiempo es lo más caro, la pérdida de tiempo es el mayor de los derroches».