Un hombre llega a Lisboa en un vuelo nocturno procedente de Londres. Es americano, de mediana edad. Viste un traje marrón demasiado grueso para la temperatura primaveral del mes de mayo. Busca un alojamiento discreto en el que pasar desapercibido los días que va a permanecer en la ciudad, diez en total. El FBI perseguía a ese hombre, James Earl Ray, acusado de asesinar al líder defensor de los derechos civiles de los afroamericanos en Estados Unidos, Martin Luther King.