Unir arte y vida es una vieja aspiración que toma forma en el siglo XX. Para que todos nos entendamos hay que acudir a la comparación que académicamente más se ha usado: performance frente a teatro. Si el teatro es una representación, la performance se ha querido ver como algo que simplemente ocurre y de lo que como mucho quedan restos documentales. Lo mismo se puede decir del llamado arte conceptual que ha necesitado tanto de cuestiones “de archivo” dado, que muchas de sus obras han resultado existir a través de lo que se documenta de ellas para que efectivamente pasen a ser interpretadas, leídas y pensadas en un futuro.