El ingeniero neoyorquino Ray Tomlinson se envió a sí mismo, un buen día de septiembre de 1971, el primer correo electrónico de la historia. Lo que para Tomlinson no era más que un paso lógico en la evolución informática, se convirtió con el tiempo en una gran herramienta de comunicación entre personas y en impulso fundamental de Internet. En plena vorágine de información, entre redes sociales y correos electrónicos se distribuye buena parte de la carga de datos que se genera diariamente en la Red. Cuarenta años después de su invención, se estima que se envían más de 300 millones de e-mails al día. Situación que tiene una especial incidencia en los correos corporativos de empresas e instituciones, cuyas bandejas de entrada contienen una media de 10 gigabytes de datos.