Pocos capítulos de la historia del libro resultan tan emocionantes como el descubrimiento de una joya textual desconocida, oculta en las hojas de un palimpsesto. Este término, poético como pocos, deriva de la voz “παλ′ιμψηστος ”, que en griego antiguo significa “grabado nuevamente”, y viene a denominar a aquellos códices de pergamino que, en algún momento de la Antigüedad, entre los siglos VII y XIII, fueron borrados para ser utilizados nuevamente debido a la escasez de pieles y a su alto precio en el mercado.