La compleja historia de los archivos ha dado lugar a un gran abismo entre los que han teorizado y promovido un archivo singular y oficial y aquellas otras experiencias archivísticas reales que eran el reflejo de la pluralidad. La doctrina ha marginado a los archivos privados y personales y ha despreciado la documentación no textual que solo encontró amparo en el ámbito de las bibliotecas. Sin embargo la realidad impone ahora múltiples lugares y ordenes documentales. Sobre las diferentes perspectivas de la memoria y sobre el papel que deben jugar los archiveros reflexiona Fátima Rodríguez Coya, la autora del texto central del nuevo Archivamos. Recurriendo a experiencias de documentación históricas, muestra que los textos personales pueden ser tan o más referentes de una realidad como los archivos oficiales.
En la sección panorama repasamos la actualidad comentando la apertura de los archivos de la colaboración franco-nazi, la pervivencia de los datos digitales o como un archivo de mensajes eliminados en Facebook permitirá esclarecer el suicidio de un joven y la petición de que la documentación relacionada con el Holocausto esté libre de restricciones relativas a los datos personales.
En metodologías señalamos la iniciativa del Rijksmuseum de sustituir en las descripciones términos despectivos, ofensivos o racistas y el proyecto DocNow del Maryland Institute for Technology in the Humanities y otras universidades americanas con el fin de recopilar tuits que complementen las versiones oficiales de los acontecimientos.
Y finalmente las notas culturales están dedicadas a la labor de Jeffrey Gent de recopilación de imágenes antiguas de personas LGTB, un nuevo impulso a la interpretación del los quipus y la utilización de documentos para la restauración de la alta costura.