La generalización del uso de los documentos electrónicos en las diferentes actividades de la administración ha acrecentado las responsabilidades de los profesionales que se ocupan de las tareas archivísticas. Esta generalización ha supuesto la multiplicación tanto de documentos, formatos y soportes como de las aplicaciones necesarias para su creación y gestión. Todos los procesos archivísticos se ven afectados por este nuevo contexto digital, pero la preservación y conservación de los documentos electrónicos supone un gran reto para la Archivística. Requiere asumir nuevas responsabilidades que tengan en cuenta la tecnología que permite su creación, el marco jurídico en el que se desarrollan, la propia organización que los crea y mantiene y las razones que justifican su conservación permanente. Conjugar todos estos condicionantes requiere una actuación coordinada que debe involucrar a las instituciones políticas, a las organizaciones que trabajan con documentos electrónicos y a los centros donde se han de conservar.