Generalmente afrontamos el sexo desde la perspectiva genital. La mayoría lo interpretamos como lo circunscrito al acto sexual y a todo lo relacionado con él. Y desde una perspectiva académica la percepción ha sido igualmente restringida limitándose al estudio de la condición orgánica y de su utilización con fines reproductivos. El sexo ha sido un territorio exclusivo de la medicina donde lo “irregular” se interpretaba como una patología que se debía tratar y curar con terapias más o menos violentas para eliminar esos comportamientos sexuales.