Parece que nuestra sociedad necesita recordar más que nunca, aferrándose a lo efímero como antídoto contra la amnesia provocada por la rapidez de los cambios, el exceso de información, el ciclo de vida cada vez más corto de esta información y, sobre todo en el entorno digital, la obsolescencia tecnológica que acelera el olvido. En este contexto la memoria constituye la base, consciente o no, de la identidad de los individuos, de las organizaciones y las sociedades, en general. La memoria se sitúa como referente esencial de la capacidad de las sociedades y los individuos de transformar el presente.
Aunque la gestión del contexto, o de los contextos, es la clave de la Archivística contemporánea ante los retos de las memorias digitales, tampoco se debe obviar la necesidad de invocar la voluntariedad explícita de los individuos para garantizar su preservación, pues de otro modo resultará gravemente comprometida. Esta es una de las funciones que los archivos institucionales deben llevar a cabo en el entorno digital, no obstante, los interrogantes a resolver son muchos. En esta numero de Tábula intentamos aportar reflexiones y algunas respuestas, esperando que su contenido incite a la interpelación personal y profesional y, cómo no, al debate.